El aumento global de la obesidad infantil ha ido de la mano con un incremento en el consumo de azúcar añadido, especialmente proveniente de alimentos procesados y bebidas azucaradas. El azúcar no solo aporta calorías extras, sino que también altera el metabolismo, las hormonas y la función cerebral de maneras que fomentan el almacenamiento de grasa, el exceso de comida y riesgos para la salud a largo plazo desde edades tempranas.
La preocupación creciente por la obesidad infantil no es solo otra estadística: es una crisis que afecta a familias en todos los rincones del mundo. En los últimos 40 años, la cantidad de niños afectados ha crecido a un ritmo alarmante. En 1975, alrededor de 11 millones de niños y adolescentes entre 5 y 19 años eran considerados obesos. Para 2016, esa cifra se disparó a 124 millones, con otros 213 millones clasificados como con sobrepeso, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para ponerlo en perspectiva, imagina un salón de clases típico. Donde antes podías encontrar un niño con sobrepeso en una clase de 30, hoy podrías estar viendo cinco o seis. Ese cambio dice mucho sobre cuán profundamente este problema ha arraigado en la vida diaria de los niños.
En este blog:
Esta crisis de salud no se limita a niños mayores y adolescentes. Afecta incluso a los miembros más pequeños de nuestras comunidades. Según la OMS, cerca de 39 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso u obesidad en 2020.
Los pediatras evalúan esto típicamente con gráficas de crecimiento del IMC por edad, donde un Índice de Masa Corporal (IMC) en o por encima del percentil 95 clasifica a un niño como obeso.
Las últimas cifras sobre obesidad infantil muestran que esto ocurre en países, culturas y comunidades de todo el mundo. No es un problema exclusivo de una región; las familias de todo el mundo lo padecen.
Uno de los mayores cambios en las últimas décadas es dónde aparece este problema de salud. La obesidad infantil solía ser más común en países ricos. Pero ya no. Ahora los países de ingresos bajos y medios están viendo algunos de los aumentos más rápidos.
Tip Rápido: Viva donde viva, prioriza comidas balanceadas y movimiento diario para mantener a los niños en un camino saludable.
¿Por qué este cambio? Algunas razones clave incluyen:
Las familias, escuelas y comunidades juegan un papel fundamental. Crear conciencia, promover una alimentación nutritiva e incluir el movimiento en el día a día puede marcar la diferencia para proteger la salud de nuestros niños.
Comprender cómo el azúcar afecta el cuerpo de tu hijo/a puede hacer la diferencia al decidir qué poner en su plato. Las meriendas procesadas y bebidas azucaradas suelen contener azúcares añadidos, lo que los expertos llaman “calorías vacías”, es decir, aportan energía sin los nutrientes necesarios para el crecimiento.
Un tipo de azúcar, la fructosa, tiene un efecto especialmente relevante. Se procesa principalmente en el hígado, y cuando se consume más azúcar de la que necesita el cuerpo, la fructosa se convierte en grasa—proceso llamado lipogénesis de novo. Con el tiempo, esto puede causar acumulación de grasa en el hígado y aumentar el riesgo de enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA).
Es fácil subestimar la cantidad de azúcar oculta en productos comunes. Sin embargo, los estudios muestran que muchos niños superan con creces el límite recomendado.
La Asociación Americana del Corazón recomienda no superar los 25 gramos de azúcar añadido al día (aproximadamente 6 cucharaditas) en niños.
Tip Rápido: Una soda de 12 oz contiene 39 gramos de azúcar—¡mucho más del límite diario!
Consumir azúcar añadido en exceso está estrechamente relacionado con riesgos más altos de obesidad, por lo cual reducir las bebidas azucaradas y snacks envasados es clave.
El azúcar no solo aporta energía extra—también afecta las hormonas. Cuando los niños comen azúcar, el cuerpo libera insulina para enviarla a las células como combustible.
Si el consumo de azúcar es constante, los niveles de insulina permanecen elevados, lo que favorece el almacenamiento de grasa.
Con el tiempo, esto puede provocar resistencia a la insulina, uno de los factores clave para desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y otras condiciones crónicas.
Consejo para padres: Elegir frutas enteras en lugar de jugos ayuda a la respuesta saludable de la insulina y genera mayor saciedad.
A veces el azúcar no sabe dulce: muchos alimentos que los niños consumen a diario tienen más azúcar añadido de lo que imaginamos. Incluso los productos etiquetados como “naturales”, “bajos en grasa” o “para niños” pueden tener niveles altos de azúcar.
Los mayores culpables: bebidas azucaradas. Jugos saborizados, sodas, bebidas energéticas e incluso algunas deportivas suelen tener más azúcar de la que los pequeños necesitan.
Por ejemplo, una bebida deportiva de 20 oz puede contener unos 34 gramos de azúcar. ¿Una soda de 20 oz? Alrededor de 16 cucharaditas de azúcar.
Estos alimentos comunes pueden contener mucha más azúcar de lo que piensas:
Aprender a leer etiquetas nutricionales es una herramienta poderosa.
Tip Rápido: Busca ingredientes que terminen en “-osa” o presentados como jarabes o concentrados.
Fíjate en:
Consulta esta guía práctica para familias para saber cómo reducir el azúcar añadido en casa.
¿Tu hijo se emociona ante la palabra "postre"? Esa reacción va más allá del gusto: es química cerebral.
El azúcar activa la liberación de dopamina en el centro de recompensa del cerebro, generando asociaciones que fomentan los antojos.
Consejo para padres: Crear rutinas con comidas equilibradas y satisfactorias ayuda a disminuir la dependencia del azúcar como recompensa.
El azúcar añadido puede interrumpir las señales naturales de hambre. Las hormonas grelina (hambre) y leptina (saciedad) funcionan mejor con comidas equilibradas, no con snacks procesados.
El exceso de azúcar puede causar resistencia a la leptina, dificultando que los niños se sientan llenos incluso después de comer.
Muchos alimentos procesados están formulados con la combinación perfecta de azúcar, grasa y sal—una mezcla llamada “hiperpalatable”.
Tip Rápido: Ofrece snacks simples y naturales como fruta fresca, vegetales con hummus o muffins caseros.
Conoce más sobre ingredientes dañinos que debes evitar.
La preocupación creciente por la obesidad infantil va más allá del número en una báscula. Cada vez más jóvenes enfrentan enfermedades antes vistas solo en adultos.
Se estima que casi el 10% de los niños en EE.UU. podrían tener EHGNA.
Aunque los síntomas pueden no aparecer de inmediato, estos indicadores aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Cómo las familias pueden proteger el corazón y salud de sus hijos:
Tip Rápido: Incluso un pequeño cambio—como reemplazar jugo por agua—puede generar grandes beneficios a largo plazo.
Escrito por: Vivian Castillo, MS, RD, CNSC – Nutricionista registrada y experta en nutrición clínica pediátrica.
Fuentes:
Organización Mundial de la Salud – "Obesidad y sobrepeso"
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades – "Datos sobre obesidad infantil"
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades – "Azúcares añadidos"
American Heart Association – "Azúcares añadidos"
Nature – "La verdad tóxica sobre el azúcar"
BMJ – "Azúcar: tejiendo una red de influencia"
British Journal of Sports Medicine – "La evidencia sobre grasas saturadas, azúcar y enfermedades"
hace 3 semanas